Volver a tener un plan: un gran acuerdo para crecer
TOMÁS SÁNCHEZ Autor Public Inc., Investigador Asociado, Horizontal
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Tomás Sánchez
Son buenas noticias que todo el espectro político reconozca la importancia del crecimiento. Lamentablemente, esto suele estar acompañado sola de frases con buenas intenciones, pero sin un plan concreto para generar las condiciones que aumenten nuestra productividad, transformen emprensas medianas en grandes, sofisticar nuestra fuerza laboral y atraer inversiones. De un lado, hablan del fin del extractivismo sin saber lo que significa, y del otro, que bajar impuestos lo resolverá todo.
El mercado global es muy competitivo y sería ingenuo pensar que hay una bala de plata. Por lo mismo, necesitamos un acuerdo amplio, que incluya sindicatos, gremios, academia, empresarios y Gobierno, con el fin de diseñar un plan multidimensional que trace nuestra ruta al desarrollo. El crecimiento económico en Chile está ligado a la explotación de nuestras ventajas competitivas y comparativas. Como lo demuestra la teoría económica desde David Ricardo, la capacidad de un país para especializarse es fundamental para ganar un espacio en el comercio internacional. La historia nos enseña que los países que han superado la trampa del ingreso medio, como Singapur, Irlanda, Taiwán, Israel e Irlanda, lo hicieron mediante estrategias deliberadas. Ellos no solo aprovecharon sus ventajas comparativas, sino que también invirtieron en áreas clave para aumentar su competitividad. En Corea del Sur, por ejemplo, la inversión en educación e industrias transformó su economía, mientras que Taiwán se centró en la innovación tecnológica a través de parques industriales y educación técnica. La transformación de Singapur en un hub financiero y logístico no fue casualidad, sino una decisión.
“Necesitamos un acuerdo amplio, que incluya sindicatos, gremios, academia, empresarios y Gobierno, con el fin de diseñar un plan multidimensional que trace nuestra ruta al desarrollo”.
Chile debe seguir este ejemplo, invirtiendo en sectores donde ya tiene ventajas, como la minería, la agricultura, la energía y el turismo. A su vez, debiéramos evaluar nuestra posición de liderazgo regional en temas como educación, salud y el sector financiero. En un mundo que tiende a la fragmentación, necesitamos pensar en términos globales y regionales. Para fomentar el desarrollo, es crucial ajustar nuestras regulaciones para facilitar el comercio y la inversión extranjera. Simplificar trámites y reducir barreras puede atraer más capital extranjero, como lo hizo China al establecer zonas económicas especiales. A su vez, promover la innovación y la investigación, siguiendo el modelo de Israel, que ha establecido un ecosistema robusto para startups, apoyado por incubadoras y aceleradoras.
Además, el desarrollo del capital humano es esencial para estas transformaciones económicas. Corea del Sur y Taiwán no habrían llegado donde están sin una fuerza laboral preparada para enfrentar los desafíos que tuvieron. Aquí necesitamos un cambio de rumbo, poniendo énfasis en la educación preescolar y básica, si genuinamente tenemos un compromiso con nivelar la cancha y desarrollar un mercado laboral más productivo. También es urgente alinear la oferta de carreras técnicas y universitarias con las demandas del mercado laboral y flexibilizar un sector que sigue jugando con reglas obsoletas.
En conclusión, Chile tiene una oportunidad única para crecer económicamente al explotar sus ventajas competitivas y comparativas, tomando decisiones deliberadas en inversión, regulación y educación. Lograrlo y ponernos de acuerdo será un desafío tan grande como necesario. Seguir hablando de volver a crecer sin abordar la complejidad que ello conlleva es seguir contándonos un cuento y vivir del recuerdo de tiempos en los que sí hubo un plan.